Prólogo de Javier Melloni, sj.

La interioridad no es una moda, sino un hallazgo. Un hallazgo muy antiguo, porque todas las tradiciones espirituales la han cultivado, comenzando por el cristianismo, horadando la realidad con la certeza de que en ella mana las fuentes de la vida, porque Dios no es externo a las cosas sino que las sostiene desde su profundidad: Deus intimor intimo meo, “Dios es más íntimo que mi propia intimidad”, ya dijo san Agustín en el s.V., así como Santa Teresa describió un recorrido con siete moradas, cada vez más hacia adentro.
Pero siendo antiguo, el término interioridad apunta en una dirección que, incluyendo la tradición que nos precede, incorpora elementos que hasta recientemente no se habían considerado: la corporeidad, las emociones, la atención plena, etc., así como trata de atender a la continua interacción entre lo interior y lo exterior. Hay que dejar bien claro que interioridad no se contrapone a exterioridad, sino a dispersión y a superficialidad.
Con el término interioridad se desea apuntar a un lugar integrador del ser humano, más allá y más acá de las creencias e increencias, con la certeza de que más que nunca necesitamos redescubrir este espacio que nos constituye radicalmente y que convoca elementos tanto intangibles como muy concretos. A comienzos del s.XXI hemos hecho suficiente recorrido para constatar que si no cultivamos esta dimensión, el ser humano perece y perece también el mundo que hemos construido.
Pero no se trata solo del qué, sino del cómo. En los caminos espirituales el qué y el cómo son inseparables. Siguiendo la misma tradición, una vez ha aclarado el qué de la interioridad en los primeros capítulos, Carmen presenta en la mayor parte de sus páginas el cómo. Y lo hace articulándolo en dos grandes partes: propuestas para las aulas y propuestas para los adultos -educadores, padres de familia y pastoralistas-, basadas en la importancia de hacerse consciente de todas las circunstancias de nuestra vida. Cuanto más consciente hagamos los adultos de los diversos ámbitos de nuestra existencia, mejor podremos acompañar este proceso a las generaciones que nos siguen.
El texto que nos presenta Carmen Jalón es fruto de más de diez años de haber recorrido estos parajes. Todo lo que aquí se propone ha sido experienciado anteriormente. Sólo podemos transmitir lo que vivimos. Experienciar no es lo mismo que experimentar. La experimentación se hace con objetos externos, sin implicación personal por parte del que experimenta, mientras que la experienciación tiene que ver con uno mismo y toma a toda la persona. Lo importante de la experienciación es el recorrido. No se trata de experiencias puntuales, sino procesuales. Esto es lo que Carmen llama itinerario de inmersión, mostrando muy bien las diferentes etapas por las que hay que pasar. Cuanto más honda y plena sea la inmersión, más rica será la integración, lo que aquí es nombrado itinerario de unificación. En él se tiene en cuenta las dimensiones socio-corporal, psicológico-emocional y espiritual. Profundidad y unificación son correlativos: cuanto más honda es la perforación, más consistencia y vigorosa será la integración porque alcanza a la persona en sus capas más hondas y no en sus zonas dispersas.
Muchas de las actividades que aparecen han sido propuestas en el Centro de Espiritualidad de la Cueva de San Ignacio, en Manresa. Quinientos años antes, un peregrino vivió en este lugar una profunda transformación y de allí brotaron los Ejercicios Espirituales, una incursión en la interioridad que cuenta ahora con cinco siglos de antigüedad. En ese mismo lugar se han prolongado y verificado exploraciones que aquí se comparten.
Como muy bien se dice al final del libro, el cultivo de la interioridad lleva al cultivo del Ser. Inmersos en una cultura basada en la adquisición, esta propuesta tiene mucho de contracultural, a la vez que es lo que más anhela nuestra cultura. El paso del tener al ser se hace por la consciencia, y también por la entrega. La invitación de este libro y los recursos que da son cada vez más indispensables para el tiempo que vivimos.
Agradecemos a Carmen que comenzara hace más de una década esta andadura. Hoy nos ofrece el fruto de una experiencia que todavía se enriquecerá en los años que están por venir, porque todo libro es un punto de llegada y un punto de partida.
Javier Melloni
Manresa, Junio 2014